El destino se nos presenta en cualquier persona con las que nos relacionamos. Cada una de estas personas se convierte en destino para nosotros -y nosotros, en destino para ellas. Por tanto, el amor al destino significa amar tanto al destino que se me presenta en el otro -que me enriquece, me desafia y tambien me golpea a traves de él-, también significa amar al destino que enriquece, desafia y, muchas veces, tambien golpea al otro a través de mí. De este modo, todo encuentro con otras personas se convierte en más que un mero encuentro entre ellas y yo. Se convierte en un encuentro de destinos que actúan detrás del otro y de mí. Pueden ser destinos gozosos o dolorosos; pueden estar al servicio del crecimiento o de la limitación, dando o arrebatando la vida.
Así pues, el amor al destino es el amor último, que exige lo último de lo último y toma lo último. En él nos superamos. [...]
Los Ordenes de la Ayuda.Bert HellingerPag: 143
Mitakuye Oy Asin
Erlik Khan.
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